enero 31, 2011

NOEL PETRO "EL BURRO MOCHO"


"Si no estás Bogotanizado, tienes que bogotanizarte, tienes que sentir por dentro las costumbres de Bogotá... tienes que tomar la chicha, tienes que tomar la changua, tienes que comer cuchuco, darle a la papa chorreada, tienes que comer piquete y demostrar que no eres un hijo de míchica..." 

La música es una de las principales manifestaciones de la identidad de los pueblos. En Colombia el panorama musical abarca una amplia variedad de ritmos a lo largo de todas las regiones del país. La música tropical y el vallenato, sin embargo parecen ser una de las muestras más notables en la representatividad musical de Colombia ante el mundo, incluso su influencia y popularidad se desborda del marco de los pueblos del Caribe, hacia las ciudades y departamentos del interior. En toda fiesta familiar o celebración que implique baile, incluso en las frías ciudades del altiplano, la música popular tropical es una condición infaltable. Parece que una parte de esos ritmos, que bailaron en su primer momento nuestros abuelos o nuestros padres, permanece en nuestra memoria colectiva y un vasto número de canciones son interpretadas de manera automática inclusive por generaciones jóvenes que han tenido poco acceso a estos ritmos musicales.


"Por la reina de las cruces casi que me tiro al salto, pero ella ya no merece que yo me tire tan alto. La reina nadie conoce y todo se le ha oldivao, porque ahora se llama Claudia y el norte la ha tarstornao"

Nacido en Cereté, Córdoba, Noel Petro es uno de los artistas más vigentes a lo largo del tiempo, y parte de esa vigencia la ha dado su carácter poco paradigmático. Fue un innovador al romper el formato de las grandes orquestas, o los conjuntos tradicionales, añadiendo un elemento más cercano a la música Rock, y es la incorporación de un instrumento que sobresale por encima de los instrumentos tradicionales del resto del grupo: el requinto eléctrico. Una especie de guitarra eléctrica con un sonido más agudo, en la que interpreta complejos solos y secciones compuestas originalmente para conjuntos de vientos.


"Por arriba corre el agua, por abajo piedrecitas, desde lejos se conoce la mujer que es señorita. Puya el burro, puya el burro pa' que pueda caminar"

El Burro Mocho, como él mismo se hace llamar, cambió los cánones de la música tropical en Colombia. Su presencia en el escenario alude a elementos de la cotidianidad no sólo de la costa, sino incluso del interior, con canciones como "La Cucharita" original de Jorge Velosa, "Me voy pa'l salto" o Bogotanizado, donde evoca elementos propios de la identidad bogotana. El humor de doble sentido es una constante en sus presentaciones y muchas de sus canciones. Noel Petro aún perdura en la memoria musical de Colombia, tanto por su música, típica pero innovadora, así como por su vida pública y las historias en torno a su vida, como la supuesta relación y consecuente traición con la también cantante Claudia de Colombia, a quien le dedica canciones como "La reina de las cruces"; y tanto como su requinto es parte de su identidad, lo es también un sello infaltable que ha sido evocado jocosamente por muchas personas en algún momento de sus vidas: la frase "¡mamá, estoy triunfando!". El Burro Mocho, patrimonio musical de Colombia, parte de nuestra memoria, desde la Costa Caribe hasta el interior.

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

CIUDAD PERDIDA DE FALAN - MINAS DE SANTA ANA


En la cordillera central de Colombia se localizan zonas en las que las posibilidades de la minería son bastante altas; no necesariamente en un sentido positivo. La megaminería ha puesto sus ojos en algunas sectores en los que su labor tendría un altísimo costo ambiental, relacionado con la deforestación de extensas zonas de bosque andino, la disminución o deterioro de numerosos cauces, y por consiguiente un alto costo social de subempleo, desplazamiento y pobreza. Esto sucede por ejemplo en Cajamarca, Tolima, donde la Anglogold Ashanti pretende explotar una vasta zona, relativamente cercana al Parque de los nevados y su zona de influencia.


Iglesia de Santa Ana, Falan

La minería en el Tolima, sin embargo no es una actividad nueva. Aunque las culturas Tolima y Quimbaya explotaban minas de oro para la confección de piezas de orfebrería para múltiples usos, durante la colonia, los españoles encontraron una zona de explotación de oro en el piedemonte de la cordillera central, cerca a los importantes poblados de Mariquita y Honda. En su lugar, conocido como Rosario de Lajas y luego Santa Ana, se construyó una compleja infraestructura de túneles, socavones, canales, y muros. Dicen los habitantes de la zona, que los túneles se comunicaban con la casa de la moneda, en Mariquita, donde en la actualidad es posible ver la entrada de uno de ellos; otros posiblemente se dirigían al puerto de Honda. En cercanías al yacimiento, ubicado a la ribera de la quebrada Morales, se erigió un poblado llamado Santa Ana.



Luego de la expulsión de los españoles, fueron los ingleses quienes continuaron la labor minera, y a finales del siglo XIX, las minas fueron abandonadas. Por su parte, Santa Ana, a comienzos del siglo XX cambió su nombre por el de Falan, en honor a uno de sus hijos eméritos, el poeta Diego Fallón. Y las minas fueron consumidas por la vegetación. "Comidas por el monte" como dirían los campesinos de la región, dando en las construcciones el aspecto de antiguas ciudades perdidas. Llegar a la Ciudad perdida de Falan es muy sencillo, a pesar de que su nombre sugiere lo contrario. Distante apenas 20 kilómetros de Mariquita, en el parque de Falan es fácil contactar algún guía, que además de orientar al visitante en el recorrido, puede dar cuenta de las historias y leyendas relacionadas con el lugar.

En la quebrada Morales, aún algunos pobladores van a barequear, buscando el oro en el aluvión del río

Falan es un colorido pueblo, más parecido a un pueblo cafetero que a sus vecinos del valle central del Tolima. Y a pesar de su pequeño tamaño, son variadas las posibilidades: visitar el mirador del cerro de San Juan, las cascadas de la quebrada Morales y probar además el famoso Chupado, plato típico de la región. La ciudad perdida, su principal atractivo turístico es un interesante paraje, donde la naturaleza finalmente sometió la obra del hombre y recuperó su espacio; algo que no debería serle arrebatado, como lamentablemente puede ocurrir en Cajamarca, y aún como ha ocurrido en otras regiones de Colombia.



Textos: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro