noviembre 04, 2010

CAMINO REAL VILLETA - GUADUAS

Camino real en el ascenso por la vereda Cune

Una etapa más del Camino Nacional de Honda esta vez en dirección al Río Magdalena, el tramo entre Villeta y Guaduas es uno de los más fuertes por su notable pendiente tanto en el ascenso como el descenso. Es necesario desplazarse unos kilómetros por la vía pavimentada hacia Guaduas para encontrar el camino en el carreteable que conduce hacia la escuela de la Vereda Cune. Por este mismo carreteable se cruza tres veces la quebrada Cune hasta la escuela, donde el ascenso se hace más pronunciado y aparece el camino, con algunos segmentos empedrados.


Alto del Trigo

Más adelante el prolongado ascenso continua por un carretero en medio de la vereda Quebrada Honda, en una zona donde se alcanza a ver hacia la izquierda la carretera pavimentada y su constante fluir de vehículos de carga. En el remate de la subida el camino se convierte en un sendero rodeado de espesa vegetación, hasta alcanzar el Alto del Trigo, punto más alto de la jornada a 1.800 metros, mil metros por encima del punto de partida. Ahora el descenso es continuo hasta la Quebrada San Francisco, que corre paralela a la carretera pavimentada. A lo largo de la ruta es usual encontrar cañaduzales y trapiches, así como naranjos y guayabos cerca del alto del Trigo.


Camino real en el descenso hacia Guaduas

El panorama cambia al cruzar la carretera y alcanzar la vereda la Cumbre, donde se divisa la Villa de Guaduas, así como el alto del Sargento y la cadena montañosa que sirve de límite del valle del Magdalena. Cambia también el panorama del camino pues de aquí en adelante su empedrado es continuo, amplio y conservado. Ahora el descenso se torna lento por el resbaloso empedrado y la continua pendiente, que tras cruzar tres veces más la carretera llega a Guaduas justo por el Obelisco, monumento al líder comunero José Antonio Galán, fusilado, desmembrado y cuya cabeza fue expuesta en la casa consistorial del pueblo "en la noche del 3 al 4 de Febrero de 1782 para ser exhibida en una escarpía a la salida de la ciudad sobre el camino real a Santafé" como lo reza la placa en su homenaje en dicha casa.


Monumento a José Antonio Galán, en el punto de entrada del camino a Guaduas 
donde fue expuesta su cabeza

 
Monumento a José Antonio Galán, en la casa consistorial 

En Guaduas sin embargo hay casas más famosas o por lo menos más publicitadas, como la casa de la heroína de la independencia Policarpa Salavarrieta, natural de Guaduas, y cuya casa natal funciona como un museo que entre muchos objetos expuestos busca rescatar la memoria de la Pola, como fue conocida comúnmente. Guaduas es un municipio con grandes atractivos patrimoniales: la casa del patio del Moro, un curioso museo que funciona en una casa colonial, la alcaldía, antiguamente convento, la iglesia de San Miguel, la bizcochería el Néctar, representante de la gastronomía de la región, el mirador de la Piedra Capira sobre el valle del Río Magdalena, y por supuesto el camino real que continua hacia Honda en su jornada final.


Detalle de la Casa Museo de Policarpa Salavarrieta 


Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago R. Leuro

noviembre 02, 2010

CAMINO REAL ALBÁN - VILLETA

Camino real en inmediaciones a Albán

Primera obra pública dada en concesión en la época de la colonia, el camino Nacional de Honda fue la ruta de entrada a Bogotá desde la costa norte y Europa, a traves del Río Magdalena hasta Honda, donde en unas cuatro jornadas los viajeros ascendían desde los 200 mts y las tierras cálidas del puerto, hasta la sabana de Bogotá. En sentido contrario el tramo entre Albán y Villeta, es un tramo de transcisión entre clima frío y cálido. Actualmente el empedrado comienza cerca del alto de la Tribuna para perderse hacia Bogotá con el trazado de la carretera pavimentada. En descenso el camino llega a Albán por un costado de la iglesia y continua de nuevo en el cementerio, donde se aprecia la magnitud de la obra con un empedrado uniforme, amplio y bastante conservado. Sin embargo poco después su empedrado se pierde ocasionalmente o su vera es invadida por un poliducto que altera notoriamente el paisaje de la vía.


Camino real cerca al Alto de la Cruz

El camino cruza la vereda de Pantanillo, en la carretera hacia Guayabal de Síquima. El empedrado allí se retoma en un corto ascenso donde el camino se rodea de fincas de recreo y casonas campestres, y se descuelga aún empedrado hacia el corregimiento de Chimbe, donde un monumento a la virgen y al cacique Chimbe anuncian la llegada al poblado. Allí, comienza un ascenso hacia uno de los puntos más reseñados en las crónicas de los viajeros de la colonia: el alto de Gascas.


 Descenso hacia Chimbe

El alto de Gascas es un paso por una cresta montañosa donde se ve hacia un lado la vertiente de los municipios de Bituima y Guayabal de Síquima, y hacia el otro lado la de Sasima y Villeta, municipio que incluso se puede divisar a lo lejos. Cuando se retoma el descenso se siente el cambio en el clima, en el paisaje, y de una zona en la que predominan las casonas y las fincas, ahora la caña y los trapiches son el nuevo elemento.


 Trapiche en el descenso hacia Bagazal

El descenso es continuo, esta vez por carreteables y segmentos del camino (que ocasionalmente se percibe debajo de los carreteables) hasta la vereda Bagazal, antigua estación ferrea ubicada a pocos kilómetros de Villeta, la capital de la panela. Desde allí, la mejor opción es tomar un jeep hasta Villeta pues el camino se ve reemplazado por la carretera pavimentada. Si el caminante quiere continuar el Camino Nacional debe prepararse para el fuerte ascenso al alto del Trigo, en una nueva etapa que lo conducirá hasta la Villa de Guaduas. Si lo prefiere puede descansar de una larga jornada en el municipio que en los últimos años se ha convertido en uno de los principales destinos de Cundinamarca para la práctica de deportes y actividades de aventura como rapel, canotaje o barranquismo.


Tramo final del camino en la estación de Bagazal


Textos: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago R. Leuro

noviembre 01, 2010

ARQUITECTURA RELIGIOSA DE TEUSAQUILLO

La llegada del siglo XX significó para Bogotá en algunos aspectos un paso del pasado republicano a la etapa de la modernidad, principalmente en materia urbana y arquitectónica. En materia religiosa, la modernidad también hizo su asomo de la mano del Arzobispo Ismael Perdomo, quien promovió la formación de nuevas parroquias en diferentes sectores de la creciente ciudad.


Iglesia de Santa Ana, Barrio Teusaquillo

Teusaquiilo, localizada en predios de antiguas haciendas al noroccidente de la ciudad de esa época, es una de las principales muestras de lo moderno en la ciudad. Sus casas de estilo inglés y frances constituyeron un hito urbano en el siglo XX y la construcción de centros religiosos vino de la mano con el proceso que se gestaba con la edificación de barrios como el mismo Teusaquillo y vecinos como Armenia, La Magdalena, la Soledad y Palermo.


Interior de la iglesia de Santa Ana

Ubicada en un predio triangular que ocupa casi en su totalidad, la iglesia de Santa Ana sobresale por su forma, su técnica constructiva y su ambiente interior. Construida entre los años 1936 y 1945, hecha en ladrillo expuesto exterior e interiormente, reinvindicó el ladrillo como el material bogotano por excelencia protagonista de la arquitectura del siglo en la capital, y precursora también de un estilo moderno en el que se reconocían diferentes influencias góticas, bizantinas y art-nouveau. Es en la actualidad uno de los centros religiosos más reconocidos en la ciudad por los servicios exequiales, desde los sacramentos de confesión y unción a los enfermos, hasta las misas exequiales de las que se celebran incluso más de 3 al día.


Iglesia San Alfonso María de Ligorio, Barrio la Soledad

Una de las devociones populares más grandes en la ciudad es la del señor de los Milagros de Buga. Sin embargo el principal lugar de devoción es la Iglesia San Alfonso María de Ligorio, consagrada a la virgen del Perpetuo Socorro cuya imagen corona su pórtico y su altar mayor. La iglesia data de la década del 50, aunque en su ornamentación interna es colonial en gran medida; esto se debe a que la iglesia fue destino de una gran parte de la ornamentación de la iglesia de Santa Ines, demolida en 1957 para darle paso a la carrera décima. En su interior se conservan altares, retablos y celosías de la antigua iglesia.


Altar de la Iglesia San Alfonso María de Ligorio

La devoción al señor de los Milagros surgió desde la iniciativa de su feligresía y se popularizó a tal punto que la iglesia se desborda de feligreses que buscan los favores del señor de Buga, y aunque muchas personas no conocen su nombre original, la identifican como "la iglesia de los catorces" sinómino popular de favor, y además día en el que se celebra la eucaristía del Milagroso.

  
Iglesia del Espítitu Santo, Barrio La Magdalena

Si la iglesia de Santa Ana es reconocida por los servicios fúnebres y la de San Alfonso por la devoción al señor de Buga, la Capilla del Espíritu Santo, ubicada en el barrio La Magdalena, lo es por ser el principal escenario religioso de la localidad en la celebración del sacramento del matrimonio. Aunque pequeña en comparación a las otras iglesias, la capilla es una pequeña joya, más austera pero con increibles vitrales y un peculiar estilo en el que resalta la torre rematada por almenas, y en el que como las otras sobresale el uso del ladrillo. Su construcción data de la década de los 40, bajo los diseños de la firma de arquitectos Feijóo y Sicard.


Interior de la iglesia del Espíritu Santo

La iglesia del Espíritu Santo está localizada al lado del Colegio Champagnat, en el sector donde se desarrolló la elegante urbanización La Magdalena. A pocas cuadras, pero en un sector obrero cercano a la casa de Jorge Eliecer Gaitán se levanta la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, Santa Teresita. La iglesia surgió a partir de la devoción del padre Carmelita Luis Aizpuru, devoto de Santa Teresita y es un notable ejemplo de participación comunitaria pues su construcción fue posible en una gran medida por las actividades organizadas por la comunidad religiosa para los habitantes del sector, como catequesis, cursos y bazares. La iglesia de notable estilo gótico, comenzó a construirse en el año de 1928, año en el que el Arzobispo Ismael Perdomo bendijo la primera piedra, pero su construcción concluyó luego de varios años.


Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, Santa Teresita

Aunque la iglesia es conocida como Santa Teresita, denominación del barrio en que se encuentra entre Teusaquillo y Palermo, está consagrada a la Virgen del Carmen y pasa a ser la tercera en la ciudad con este carácter, después de la iglesia de las Cruces y el Santuario Nacional ubicado en la Candelaria. Pero en imágenes, se suma una de gran importancia en la tradición religiosa del país: el niño Jesús de Praga, que fue la base y primera devoción en la iglesia de los Salesianos en el barrio 20 de Julio, antes de que se elaborara la imagen actual del Divino Niño.


Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, Santa Teresita

Teusaquillo, una localidad con nombre indígena pero referente de la modernidad en Bogotá, con sus iglesias y devociones es uno de los sectores de mayor interés patrimonial de Bogotá, retrato de la ciudad moderna manifestada en sus casas, parques, iglesias y barrios.


Textos: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago R. Leuro

octubre 05, 2010

BARRIO NIZA, BOGOTÁ - SECTOR DE INTERÉS CULTURAL

Vivienda de la Etapa IV

En la década de los 60, en un terreno contiguo al humedal de Córdoba, al lado del camino al entonces municipio de Suba, el Banco Central Hipotecario desarrolló el proyecto urbano Niza, etapas I, II, II y IV. El barrio se edificó con un marco natural muy interesante: por un costado el humedal, por otro los cerros de Suba, que se integraban como una zona verde ante la ausencia de la Avenida Boyacá. Los terrenos del humedal formaban parte de un complejo sistema de humedales de sabana, del que hoy quedan apenas algunas áreas, amenazadas por la urbanización desordanada, la contaminación y acumulación de escombros y basuras en sus espejos de agua. Sin embargo el humedal de Córdoba, sigue siendo un importante refugio de aves nativas y migratorias como las tinguas, colibríes, gavilanes y patos canadienses.


Humedal de Córdoba

Al lado del ya existente Club Choquenza, club del Banco de la República, el BCH estableció los lotes para su venda y urbanización; estos podían alcanzar los 400 metros cuadrados, con costos entre $200.000 y $400.000 según su área. El proyecto estaba diseñado para jóvenes profesionales de estratos medios, quienes pagaban una couta inicial muy baja y cuotas fijas sin intereses, que con el paso del tiempo ocasionalmente llegaban a ser más baratas que el pago mensual de servicios públicos. El diseño del barrio Niza contaba con amplios andenes arborizados y zonas verdes que atraviesan al barrio, y un trazado irregular en el que solamente la Carrera 71d, limite del barrio, lo atraviesa de norte a sur, y las calles 118, 120 y 122, lo hacen de oriente a occidente. Las casas además cuentan con amplios jardines y patios interiores. El barrio en la actualidad tiene una de las más bajas densidades en la ciudad con apenas 11 viviendas por hectárea.

Don Luis, uno de los primeros habitantes de Niza

Las condiciones sociales de sus habitantes han generado un fuerte tejido social reflejado en sus organizaciones locales. La comunidad ha sido la más ferviente defensora del humedal, interponiendo incluso acciones legales y jurídicas para su conservación, así como para la conservación del barrio que tiene un uso exlusivamente residencial y fue declarado en el año 2000 como Sector de interés cultural, dadas sus condiciones sociales, urbanas y ambientales.


Agradecemos a la señora Emmy de Murcia de la Junta de acción comunal de Niza, por la información suministrada.

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago R. Leuro

octubre 02, 2010

CERRO DE JUAICA


Panorámica del valle de Tabio desde la cumbre del cerro de Juaica 

El cerro de Juaica como ningún otro lugar en el departamento de Cundinamarca, está asociado a historias paranormales y eventos relacionados con los Ovnis. Se dice que allí hay una puerta cósmica, que es un lugar perfecto para avistamientos, o que allí tienen los extraterrestres una pista secreta. Independientemente de esta condición, el cerro no es simplemente una montaña más, sino un notable pico que sobresale entre la cadena montañosa de la que forma parte; mucho más notable por sus paredes y su figura estilizada, desde los municipios de Tabio y Tenjo.


Vegetación de páramo cerca de la cumbre del cerro

El cerro y la cadena montañosa son el límite natural de los valles de Tabio y de Subachoque y alcanza los 3.100 metros en su cumbre, estratégico mirador sobre los mencionados valles y poblados, y más allá los cerros de Majuy y el Tablazo, y parte de la ciudad de Bogotá. Su posición e imponencia hicieron que fuera un importante centro religioso para las comunidades muiscas que habitaban la sabana, en tanto que Tabio fue un poblado de recreo del Zipa, gracias a sus fuentes termales, que aún hoy son un concurrido balneario para muchos turistas y nativos, que buscan descanso o beneficiarse con las bondades de sus aguas, de las que se asegura tienen numerosas propiedades medicinales.


Ascenso al cerro por el Camino del Arrayán
  
El camino para subir a la cumbre parte desde la carretera pavimentada Tenjo - Tabio, con segmentos empedrados (muchos empedrados recientemente), tramos fangosos o en medio de túneles naturales formados por la espesa vegetación del cerro, propias de los bosques andinos y los subpáramos. El descenso por su costado occidental, hacia Subachoque, se hace por el antiguo camino del Arrayán, una ruta para atravesar desde un valle a otro en corto tiempo y destinada además para el intercambio de productos de la sabana, con las tierras cálidas, pues además Subachoque era un punto de confluencia de caminos que se dirigían a las tierras bajas de Supatá, la Vega y Pacho.

Costado oriental del cerro

Sin embargo el importante centro ceremonial, observorio para ufólogos, fue en años pasados víctima del turismo masivo y descontrolado y sus consecuencias negativas: inseguridad, asaltos a mano armada, fogatas y campamentos en zonas ambientalmente frágiles, y acumulación de basuras en sus caminos. Recientemente se han impuesto controles necesarios para la conservación del cerro como la limitación por parte de las entidades municipales para el ascenso de grupos muy grandes, y actividades como el campismo, así como el cerramiento de algunos senderos alternos y la señalización del camino principal. Acciones que podrían ser insuficientes si no se asume por parte de sus visitantes, que el cerro forma parte de la identidad del departamento por sus valores históricos, culturales y ambientales y su conservación compete no sólo a organizaciones gubernamentales, sino a cada una de las personas que con cualquier objetivo ascienden a sus alturas.


Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

agosto 25, 2010

CAMINO ANOLAIMA - FACATATIVÁ


De todas las festividades del departamento de Cundinamarca, la del Corpus Christi, celebrada en Anolaima, es tal vez una de las más vistosas. Este municipio frutero se encuentra enclavado en la región del Tequendama, cerca a Cachipay y Quipile y cada mes de junio se reunen sus habitantes (así como habitantes de municipios cercanos) a festejar el Corpus Christi en medio de carrozas que representan la riqueza frutera de la región.


Camino real en el bosque de niebla

Como muchos otros municipios de tierras templadas y cálidas, en éste existen caminos de comunicación que en fuertes jornadas llevan a las tierras altas de la sabana de Bogotá. El camino empedrado trepa por las paredes del occidente de la sabana en medio de espesos bosques en una ruta de entrada directa (y exigente) hacia Facatativá; en él se movían los productos destinados al intercambio comercial entre las diferentes regiones, particularmente con productos como café y frutas.


Ruinas en cercanías al camino real

Aunque el principal atractivo del camino es la exhuberante vegetación del bosque andino, la misma disposición del camino no deja de ser interesante. Las variaciones del camino fueron sorteadas con ingenio por sus constructores, por lo que sus características varían entre la amplitud de las zonas planas en el que adquiere gran protagonismo por las cercas de piedra que lo rodean, hasta abrirse paso en medio de túneles de vegetación en escaleras empinadas y angostas. La ruta asciende por la cuenca del Río Curí, siguiendo el curso del camino que parcialmente ha sido reemplazado por carreteros veredales.


Costado occidental del Cerro Manjui

Antes de llegar al bosque de subpáramo del Cerro de Manjui, se advierten las ruinas de lo que pareció ser una importante hacienda; aún se pueden adivinar entre las paredes derruidas, los amplios espacios interiores de la construcción. Desde el punto más alto en el Cerro de Manjui, por fin se ven las planicies de la sabana que se extienden hacia el oriente y comienza el corto descenso por un camino de empedrado compacto, hasta la población que marcó los límites entre el territorio de los Muiscas y las tierras de los Panches, y hoy es uno de los principales municipios del departamento.


Camino en la cima del cerro Manjui

Textos: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

julio 12, 2010

CAMINO SUESCA - CHOCONTÁ


El altiplano Cundiboyacense es un escenario de colinas suaves, diferentes tonos de verde, cultivos y amplios caminos, muchos lastimosamente convertidos en carreteables, y terrenos a media distancia entre los páramos y los bosques húmedos, donde la agricultura y la ganadería han ganado un gran espacio sobre el entorno nativo. Esto sin embargo no resta el encanto de caminar por esta región. Chocontá y Suesca son dos municipios muy cercanos el uno del otro y el paisaje entre los dos es típico del altiplano. Cuando está nublado el ambiente es húmedo y frío y el viento azota con fuerza, pero cuando hace sol, el verde se hace más vivo y los caminos más firmes.



Aunque esta es una ruta corta, son numerosos los atractivos que ofrece; desde una increible vista sobre el farallón rocoso de Suesca y la cuenca del Río Bogotá a sus pies, hasta las frías laderas del Valle de los Halcones. Un continuo ascenso conduce a las veredas de Güita y Tausaquirá, desde donde se ven extensos potreros y cultivos de papa, pequeñas casas campesinas de tapia o bahareque y continuando la cuenca del Río Bogotá, el pueblo de Santa Rosita, corregimiento de Suesca a media distancia por la carrilera entre los dos municipios de la ruta. un corto descenso lleva luego a la vereda de Manacá, ya en terrenos de Chocontá en una zona en la que las colinas parecen interminables, y los ascensos y descensos son suaves pero prolongados.



En Suesca se ha dejado atrás la sabana de Bogotá hacia el norte y poco a poco se acerca el departamento de Boyacá por largos caminos veredales. Chocontá es un punto de cruce de diferentes caminos que llegan o se dirigen hacia el valle de Tenza, por Machetá, el valle de Ubaté, por Cucunubá, y el sur de Boyacá, por Villapinzón y Ventaquemada; sin embargo es reconocido principalmente por las gigantescas antenas instaladas por Telecom en la década del 70, con la que se le daba la bienvenida al país a las comunicaciones satelitales, y que hoy parecen un monumento olvidado a la rapidez del desarrollo tecnológico.


Santa Rosita, Suesca

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

julio 09, 2010

PLAZA DE BOLÍVAR DE BOGOTÁ: UN ESPACIO VIVO


La plaza de Bolívar de Bogotá ha sido escenario de una buena parte de la historia de la ciudad y de la nación entera. Escenario de transformaciones políticas, sociales y urbanas, como el grito de independencia, fusilamientos de patriotas y próceres de la independencia, el incendio de las galerías Arrubla, las fiestas de toros reseñadas por Cordovez Moure en “Reminiscencias de Santafé y Bogotá”, el Bogotazo y la toma del palacio de justicia, hoy es un punto de encuentro en el que muchos bogotanos y visitantes convergen en actividades de toda índole. Centro de reunión política, de ocio y contemplación, de paso, casi nadie es indiferente a la plaza y sus edificaciones; todos miran la catedral cada vez que pasan y caminan con cuidado de no estrellarse con las palomas en vuelo. La plaza ocasionalmente deja de ser ese espacio casi solemne en el que se han gestado tantas transformaciones, para ser un espacio de la cotidianidad de la ciudad en donde pasan el tiempo personas tan distintas; fotógrafos callejeros, lustrabotas, mendigos, políticos, ejecutivos, madres de familia, estudiantes, desempleados, vendedores informales; o familias enteras que disfrutan de las cosas simples que allí se ofrecen, como tomar un salpicón, comerse un helado casero, darle de comer a las palomas o en su lugar espantarlas corriendo tras ellas.


La plaza es el marco oportuno para todo tipo de protestas y manifestaciones a favor o en contra de algo o alguien; incluso habitualmente se convierte en una galería de arte callejero. Más allá de la imagen de los edificios que la enmarcan, representantes de diferentes etapas arquitectónicas de la ciudad, la plaza es un resumen de la diversidad cultural del país, donde lo bogotano, cobija una parte de las expresiones de otras regiones, tornándose en un espacio de identificación no sólo local sino nacional.



Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

junio 18, 2010

TRAVESÍA EN LA SIERRA NEVADA DEL COCUY Y GÜICÁN

Laguna de la Plaza

El trekking es una actividad relacionada al montañismo consistente en recorridos de larga duración que implican acampar, atravesar pasos entre diferentes regiones y caminar varias jornadas. El término en español, aunque a menudo se utiliza para referirse al senderismo (recorridos de una jornada) se ajusta más al de Travesía. Por fortuna en Colombia hay muy buenos trekkings, como la travesía que recorre a lo largo la sierra Nevada del Cocuy y Güicán. Esta es una cadena montañosa con dos líneas de montañas nevadas y rocosas paralelas; la travesía consiste en recorrer el valle que enmarcan ambas líneas, bien sea en dirección norte o sur.

Picos el Diamante y Pan de Azúcar y el paso de Bellavista en el extremo derecho

En este caso ilustramos la travesía iniciada desde el sur. Puede comenzar en el alto de la cueva en dirección al valle del Río Lagunillas, o en la Hacienda la Esperanza hacia la Laguna Grande de la Sierra. La primera opción conduce a la laguna de la Plaza luego de atravesar los boquerones de Cusirí y Patio Bolas. Por su parte desde la Laguna Grande se debe atravesar el paso de Bellavista, boqueron de alta peligrosidad entre los picos Toti y Pan de Azúcar, para llegar a la Laguna de la Plaza. Esta imponente laguna es el mayor cuerpo de agua de la sierra, y por su costado oriental se desagua hacia los llanos de Arauca y Casanare. Desde allí la ruta continúa en dirección norte hacia la Laguna del Pañuelo a los pies del pico el Castillo, una estilizada pirámide considerada por muchos la montaña más bonita de Colombia.

Valle de los Cojines

Tras atravesar el boquerón del Castillo, paso antiguamente cubierto de nieve se desciende hacia la laguna del Rincón, antesala del valle de los Cojines; una gran extensión de cojines de musgo de diferentes tonalidades de verde sobre los cuales transcurre la ruta, hasta el punto en que se cruza el río Ratoncito, para ascender hacia la Cueva Larga y Laguna del Avellanal.

Paredes orientales de los Picos Ritakuwas Blanco y Negro

El Avellanal está custodiada por los picos más altos de la sierra: los Ritakuwas Blanco y Negro que muestran sus gigantescas paredes rocosas por donde ascienden diferentes rutas de escalada de gran pared, pues son estas las más grandes de Colombia. Del lado oriental de la laguna, la custodian los Picos sin nombre y la Aguja, y entre estos y los Ritakuwas se forma el boquerón de la sierra, paso desde donde se tiene uno de los más amplios panoramas de la travesía. Desde allí, aún hace falta descender continuamente y a la vez rodeando la sierra por el norte, para cruzar el boquerón de los Frailes y llegar a la Laguna Grande de los Verdes. Ya queda una jornada relativamente relajada hasta las Cabañas Kanwara, cruzando el boquerón de Cardenillo, punto que además marca una división de vertientes hídricas; hacia el occidente las aguas drenan hacia el Río Chicamocha, hacia el Magdalena, mientras que hacia el oriente se dirigen hacia el Orinoco descendiendo por los llanos orientales.

Laguna de la Isla, cerca al paso de la Sierra

Aunque la travesía tiene algunas variaciones, en esencia el recorrido transcurre a los pies de picos y lagunas que son referencias notables para orientarse. Se puede llevar a cabo normalmente en 5 o 6 días aunque lo más recomendable es hacerlo pausadamente para permitir una adecuada aclimatación, pues la atención de una emergencia es mucho más difícil en tanto se deben cruzar una gran cantidad de boquerones.

Itinerario (en dirección sur - norte, entrando desde el alto de la Cueva)

DÍA 1: Casa de Alejandro Herrera - Laguna de la Plaza
DÍA 2: Laguna de la Plaza - Laguna del Pañuelo
DÍA 3: Laguna del Pañuelo - Valle de los cojines - Laguna del Avellanal
DÍA 4: Laguna del Avellanal - Laguna Grande de los Verdes
DÍA 5: Laguna Grande de los Verdes - Cabañas Kanwara


Laguna Grande de los Verdes

Textos: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

junio 01, 2010

CIÉNAGA, MAGDALENA

Plaza de Ciénaga e iglesia de San Juan Bautista

El 6 de diciembre de 1928 un pueblo del Caribe presenció una atroz masacre en la que el ejército, sin ningún reparo disparó contra un grupo a trabajadores, en beneficio de una empresa extranjera. Los trabajadores de la bananera United Fruit Company entraron en paro para exigir de parte de sus empleadores "la abolición del sistema de contratistas, el aumento general de los salarios, el descanso dominical remunerado, la indemnización por accidente y la construcción de viviendas decorosas para los obreros de la zona bananera" (Credencial Historia, Ed. 190, octubre 2005). El temor ante un avance del comunismo en Colombia llevó a que el presidente Miguel Abadía Méndez decretara el estado de sitio, y diera poder al general Carlos Cortés Vargas para actuar frente a las manifestaciones que se desarrollaban en los municipios de Ciénaga y Aracataca. Aunque no se conoce con exactitud la cifra de víctimas, existen versiones que oscilan entre los doscientos, y las más de tresmil que se recrean en la ficción de la novela Cien Años de Soledad, obra maestra de la literatura colombiana.

Palacio Municipal de Ciénaga, Magdalena

Ciénaga, el pueblo donde se perpetró la masacre, está rodeada por la Ciénaga Grande, la sierra nevada de Santa Marta y el mar caribe. Actualmente es la segunda ciudad del departamento del Magdalena, pero a comienzos del siglo XX vivió una gran bonanza ligada a la actividad bananera. Esto llevó a que muchos de los habitantes, visitantes y comerciantes trajeran consigo los estilos arquitectónicos que reinaban en Europa en la época, del neoclasicismo, la arquitectura republicana al Art Nouveau, por lo que Ciénaga fue también un moderno centro urbano intermedio entre las grandes ciudades de Barranquilla y Santa Marta. Con el desarrollo del Urabá como centro de la actividad bananera en el país, Ciénaga perdió una gran parte de su importancia, pero como testigos quedaron los ornamentados edificios que enmarcan las calles de su centro histórico, declarado Monumento Nacional en 1994.


Templete de la plaza, diseñado por Eduardo Carpentier, hijo del escritor cubano Alejo Carpentier

La ciudad junto a poblados de la costa como Lorica y Mompox, es un hito arquitectónico, cultural e histórico donde se confunden la tradición y el modernismo, lo caribeño y lo europeo. Así como estos poblados, su tradición oral forma parte del patrimonio intangible de la costa Caribe, siendo reconocida la celebración de las fiestas del Caimán cada 20 de enero, surgida a partir de la historia de Tomasita, hija de un pescador del pueblo que fue devorada por un caimán, y en cuya memoria se erige una estatua a orillas de la playa.


Textos: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro