agosto 11, 2009

CAMINO SANTANDERCITO - SAN ANTONIO DE TEQUENDAMA - EL DESCANSO

Nevados del Tolima y el Ruiz, desde el salto del Tequendama

Existe en la región del Tequendama una intrincada red de caminos que comunican los cascos urbanos de municipios y corregimientos, en la misma región y con otras zonas como la sabana de Bogotá, Fusagasugá y la provincia de Sumapaz, y el valle del Magdalena. En esta ruta, a pesar de la destrucción de considerables tramos del camino, recorriendo una distancia relativamente corta, es posible tener una amplia visión de la provincia, la cuenca del río Bogotá, la Mesa, e incluso de lugares más alejados como los nevados del Tolima y el Ruiz.


El trayecto entre Santandercito y San Antonio de Tequendama, donde el camino conserva aún algunos tramos empedrados, es un recorrido sencillo con algunos ascensos y descensos cortos y siempre en zonas cálidas cerca a los 1.600 metros de altura. Ya desde San Antonio, el camino progresivamente asciende, y cerca de la Peña de Santa Bárbara, con un hermoso empedrado el camino se hace cada vez más empinado, llegando finalmente a la carretera Mosquera - La Mesa, en el punto conocido como el Descanso.

Peña de Santa Barbara, camino San Antonio de Tequendama - El Descanso
Es una ruta adecuada para darse cuenta de la diversidad de ecosistemas del departamento, aún a tan corta distancia de Bogotá, y por otro lado, conocer de cerca las condiciones de la cuenca baja del Río Bogotá, ya muerto al salir de la ciudad y represado para la generación de energía en el Embalse del Muña, lo cual ha convertido el Salto del Tequendama, lo que fue una imponente cascada y atractivo turístico durante el siglo XX, en una modesta caída de agua casi invisible. Parte de ese esplendor en la región, que fue uno de los balnearios preferidos por los habitantes de Bogotá hacia los años 20, 30 y 40,aún se nota en las antiguas casas al lado de la carretera, o el majestuoso hotel-mirador del salto de Tequendama, hoy practicamente abandonado, como el salto y el río.



Fotos: Lindsay Benítez Barajas
Texto: Fundación Senderos y Memoria