mayo 30, 2010

SUESCA, CUNDINAMARCA

Rocas de Suesca

La roca de las aves, un lugar situado en límites del norte de la sabana de Bogotá, a los pies del río Funza, fue uno de los primeros poblados indígenas de la zona en presenciar la llegada de los conquistadores españoles. Luego morada de Gonzalo Jiménez de Quesada, incluso inspiración de poetas como Diego Fallón, ahora Suesca, la roca de las aves es el principal santuario de los escaladores en Cundinamarca.

Capilla doctrinera de Nuestra Señora del Rosario

Su ubicación a mediana distancia entre Bacatá, hoy Bogotá y los territorios del Zaque de Tunja, hizo de Suesca un lugar de cruce de caminos. Desde allí facilmente se puede llegar al valle de Ubaté y Cucunubá, a Chocontá y seguir el camino hacia el Valle de Tenza o Tunja, hacia Zipaquirá y hacia el santuario de la laguna sagrada de Guatavita. Los vestigios del pasado indígena de la región siguen plasmados a pesar del paso del tiempo y del vandalismo, en parte del farallón y en enormes bloques dispersos en la vereda Güita. Además del farallón eran sitios sagrados las piedras del llorón conocidas también como Monolitos, y la laguna. Con la conquista el poblado percibió la construcción de casas y calles empedradas, así como de la capilla doctrinera que data de 1.601 y que fue uno de los principales centros de adoctrinamiento de la iglesia en el norte de Cundinamarca junto con Sutatausa.

Cuenca del Río Bogotá, desde LP, la ruta más larga del farallón

Las rocas fueron testigo pasivo de las transformaciones del pueblo que progresivamente se torno agrícola, estableciéndose una fuerte industria de floricultora. Ya en el siglo XX, fue lugar de residencia y morada eterna del escultor italiano Pietro Cantini, cuya tumba se ubica en el cementerio del pueblo; unos años después, en la década de los 30 el montañista bogotano de ascendencia alemana, Erwin Kraus, impulso un deporte que estaba lejos de la imaginación de cualquier habitante de la región: la escalada en roca. Realmente el deporte se masificó gracias a deportistas como Marcelo Arbeláez y Juan Pablo Ruiz entre las décadas de los 70 y 80, hasta el punto de ser hoy escenario perfecto para novatos, aficionados y profesionales. En adición el municipio es escenario de una gran cantidad de deportes de aventura. El farallón, paralelo al Río Bogotá y al ferrocarril del Nordeste, ofrece una enorme cantidad de posibilidades en escalada en roca, tanto deportiva como clásica, siendo el parque de escalada más completo del país. A su vez es refugio de aves como colibríes, halcones, lechuzas, mamíferos como zarigüeyas y conejos, y pequeños reptiles.

Valle de los Halcones

Justo al frente pero cerca de los 3.000 metros, se encuentra el Valle de los Halcones en la vereda de Güita, con farallones rocosos más pequeños pero que no dejan de ser interesantes sobre todo por sus rutas deportivas. Desde allí se aprecia un amplio panorama que abarca las rocas, la cuenca del Río Bogotá y su sabana, el cerro de las tres viejas sobre Sesquilé, el embalse de Tominé y los municipios de Sesquilé, Guatavita y Gachancipá. Más alejados del casco urbano, existen muchos otros atractivos como la Laguna hoy casi seca, los monolitos, los túneles del ferrocarril del norte y las estaciones de la Laguna y el Crucero.
 (http://fsenderosymemoria.blogspot.com/2008/09/el-ferrocarril-del-norte.html)


Panorámica de las rocas, la sabana de Bogotá y el cerro de las tres viejas

A pesar de la importancia histórica y turística del municipio, existen varios factores contrarios como la contaminación del Río Bogotá que recibe una gran carga de aguas residuales provenientes de la industria de las flores, sumado a la considerable transforrmación del paisaje, también de parte de una cementera construida hace unos años muy cerca al casco urbano. La masificación como destino turístico desafortunadamente ha traido también la práctica de actividades que atentan contra la conservación de los caminos y el paisaje rural, como el enduro y la presencia de algunas empresas que no cuentan con adecuados equipos o conocimiento exponiendo así a sus clientes a accidentes, como ha ocurrido ya varias veces en los últimos años.

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos. Santiago Rincón Leuro

mayo 23, 2010

PATRIMONIO GASTRONÓMICO BOGOTANO - BOGOTÁ DULCE

Pastelería Florida

La gastronomía bogotana pareciera limitarse solamente al ajiaco y al puchero, pero restaurantes como las Margaritas o las Ojonas, nos muestran la variedad de platos típicos de Bogotá y su mutua influencia en la cocina del altiplano cundiboyacense en general. Particularmente en Bogotá se han gestado lugares que con un fondo relacionado a la mesa y un plato específico, forman parte de la cotidianidad de la ciudad llegando a ser símbolos informales de la ciudad. Cafés, pastelerías, salones de té y locales de postres no son ajenos a esta condición. Son famosos los del barrio Modelo, donde cada domingo se estacionan carros a lo largo de los andenes con familias que van a degustar postres de natas, fresas con crema, merengones o arroz con leche. En el centro de la ciudad, algunos son testigos de los continuos cambios de la ciudad y sus habitantes, y sin embargo siguen siendo reconocidos y frecuentados.

Doña Elsa Martínez, pastelería Florida

Junto a la profesora Catalina Echavarría y estudiantes de la Universidad de la Sabana, el 17 de mayo visitamos tres puntos tan distintos, como relevantes en la gastronomía de la ciudad. En primer lugar la pastelería, salón de té y panadería Florida, en el barrio las Nieves. Su historia se remonta a la época del régimen Franquista en España, desde donde migró José Granes, quien en 1936 fundó un salón de té de influencia inglesa, novedoso para la sociedad bogotana de la época. Ofrecía un chocolate no muy popular por su sabor amargo, y Eduardo Martínez, empleado de la panadería encargado de la limpieza de las latas del pan, y futuro socio de Granes, fue quien impulsaría el cambio en el producto estrella de la Florida, un chocolate que aún hoy es famoso y es la mejor representación del chocolate santafereño, a pesar de haberse trasladado del local original y cambiar la esencia del local del que habitualmente relatan los abuelos.

Marquesas, la Puerta falsa

Unas cuadras al sur, y muchos años atrás en la historia, nos encontramos con la Puerta falsa. Su nombre debe a que antiguamente al frente suyo quedaba la puerta lateral de la catedral, conocida como puerta falsa. Posteriormente al reformarse la Catedral, y quedar la puerta ya no al frente del local, éste adoptó la denominación. Desde 1816, la Puerta falsa es reconocida, e incluso premiada por los tamales; pero además ofrece una amplia variedad de postres y dulces como las marquesas o las cocadas. El local de pequeño tamaño, los domingos permanece totalmente lleno, pues entre los bogotanos que visitan el centro histórico o la ciclovía de la carrera Séptima, el paseo no sería completo sin un tamal con chocolate o masato de la Puerta Falsa. Actualmente su propietario Don Carlos Sabogal, parte de la séptima generación de la Puerta Falsa, es quien busca preservar ese legado que se mantiene desde el siglo XIX, para que no corra la misma suerte de preparaciones ya desaparecidas como la aloja o el guarrús.


Tamal de la Puerta falsa

Para finalizar, visitamos Café de la Peña, una pastelería que aunque no representa los postres típicos de la capital, ha mantenido una tradición que llegó hace años a la ciudad: la pastelería francesa. Esto en el marco de una casa del histórico barrio de la Candelaria, en el que se han reproducido otros locales dedicados a la repostería francesa. Su nombre radica en su ubicación contigua a la calle de la Peña, antiguo camino hacia la iglesia de la Peña en las laderas de los cerros orientales. Por su parte es además de pastelería una galería de arte.

Café de la Peña, pastelería francesa

Apenas un corto recorrido que rememora las tradicionales onces o medias nueves, costumbre que parece mantenerse poco en las familias de la capital, y del que aún se disfruta en muchos sitios como los reseñados; tradición de la que dan cuenta escritores como José María Cordovez Moure, en su libro "reminiscencias de Santafé y Bogotá".

Café de la Peña, pastelería francesa

Agradecemos de nuevo a los asistentes al recorrido y los puntos visitados.

Pastelería Florida: Cr. 7 # 21-46 - http://pasteleriaflorida.com/home.htm
La Puerta falsa: Cll 11 # 6-50
Café de la Peña, pastelería Francesa: Cr 3 # 9-66 - http://www.cafepasteleria.com/

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

PATRIMONIO GASTRONÓMICO BOGOTANO - MESA Y TRADICIÓN

En compañía de la profesora Catalina Echavarría y estudiantes de la carrera de gastronomía de la Universidad de la Sabana, los días 16 y 17 de mayo recorrimos puntos representativos de la gastronomía bogotana en dos rutas denomidadas "mesa y tradición" y "Bogotá dulce".


Empanadas de Las Margaritas

Mesa y tradición es un recorrido diseñado para conocer las muestras más representativas de la cocina bogotana. Tanto la gastronomía típica de Bogotá y el altiplano, como aquella que siendo foranea se ha forjado un nicho en la ciudad, siendo reconocidos en su sector por ser los principales exponentes en su campo. Comenzamos por el restaurante Las Margaritas que se remonta al año de 1902 en el sector de Chapinero, en lo que era una zona de haciendas y quintas de la élite bogotana a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Las Margaritas es el restaurante más antiguo de Bogotá y del País, y en palabras de su propietario Don Julio Rios, herededo por generaciones del restaurante, era el lugar de encuentro de las familias chapinerunas luego de la misa en la iglesia de Lourdes y personajes de la vida pública como Agustín Nieto, fundador del Gimnasio Moderno, El escritor Eduardo Caballero Calderón, Leo Koop, dueño de la cervecería Bavaria, Andrés Samper Geneco y sus hijos Daniel y Ernesto Samper Pizano, Mariano Ospina Pérez, expresidente de la República, entre muchos otros que incluso han dejado un legado sobre el lugar en artículos y columnas de prensa; muchos de estos precisamente decoran el establecimiento. Además de la oferta de platos típicos bogotanos como el puchero, el ajiaco y el cuchuco, es reconocido principalmente por las empanadas, hechas con maíz corva molido con la misma receta (aunque ya no en estufas de carbón) con que la hacían Doña Margarita Arenas y sus hijas, en un pequeño negocio que dio origen al restaurante.

Don Julio Ríos, propietario de Las Margaritas

El recorrido continuó por el restaurante "Magolita, Las Ojonas" en el barrio Panamericano, localidad de Santafé. A diferencia del anterior restaurante, nacido de la sociedad Bogotana-chapineruna de la época, este se gestó a partir de la migración de habitantes de Boyacá a la capital. Su fundadora doña Magola Alfonso de Torres oriunda de Gameza, trajo consigo muchas de las tradiciones gastronómicas del altiplano Cundiboyacense.

Doña Margoth Torres, propietaria de Las Ojonas

Mazamorra chiquita de Las Ojonas

Según Doña Margoth Torres, heredera y actual propietaria, son varios los elementos que identifican el restaurante, creado en 1946; por un lado, su mostrador en el que se exhiben algunos de los productos: arepas boyacenses, torta de menudo, pescuezo de gallina, morcilla, gallina criolla... Por otro lado su variedad en sopas, carnes y platos típicos: fritanga, guiso de cola, puchero boyacense, cordero, piquete con gallina, huesos de marrano, cocido boyacense, mazamorra chiquita, mondongo, caldo de raíz. Una oferta tan amplia no podía ser indiferente a una gran variedad de clientes: desde obreros, oficinistas y trabajadores del sector, hasta políticos y empresarios.

Restaurante Magolita, Las Ojonas

Más reciente, pero seguramente el máximo exponente de la comida vallecaunaca en Bogotá, el restaurante Fulanitos en La Candelaria está ubicado en una antigua casa desde donde se ven las torres de la catedral, la iglesia de la Candelaria, el santuario de Nuestra Señora del Carmen y los tejados de barro del barrio. Aunque su oferta es ajena a la de la cocina tradicional bogotana, es un referente obligatorio sobre comida de otras zonas del país dentro de la capital, lo que junto a otros puntos específicos como las pescaderías de la Carrera 4a. demuestra la multiculturalidad propia de una metrópolis como Bogotá.

Aborrajados y marranitas


Las marranitas, los aborrajados, la chuleta de cerdo, el sancocho, la lulada y el champús, son algunas de las preparaciones que simplemente con el nombre evocan la gastronomía de Cali y el Valle del Cauca tan variada como el resto de la gastronomía nacional.


Ya regresando a lo tradicional bogotano, en el barrio Restrepo, conocido sobre todo por la fabricación y comercialización de calzado, el recorrido cerró en el restaunarte "Donde Canta la Rana". Este fue creado en 1946 y su nombre deriva del nombre de una hacienda ubicada en límites entre Boyacá y Santander, una humeda zona de páramo donde abundaban las ranas; siguiendo su título el restaurante ha optado por la decoración alusiva con cuadros primitivistas de escenas protagonizadas por ranas. Lo más reconocido en Donde Canta la Rana, más allá de sus sopas y platos típicos del altiplano cundiboyacense, es la parrillada, servida a la mesa con diferentes carnes como cordero, ubre, costillas y sobrebarriga. A pesar de que el Restrepo progresivamente se transformó en un barrio comercial e industrial, Donde canta la rana se ha mantenido a lo largo del tiempo como uno de los más populares en el sur de la ciudad, y como los otros no ha sido ajeno a la visita de celebridades como la orquesta tropical Billo's Caracas Boys que hizo su propia mención del sitio en la canción "para Bogotá".


Parrillada del restaurante Donde canta la rana

Más allá de sus platos y su oferta gastronómica, la principal importancia de estos lugares es la preservación de la memoria histórica no sólo en torno a sus recetas y procedimientos, sino también por el papel que jugaron en el desarrollo de sus respectivos barrios y localidades, así como por lo que representan en el imaginario bogotano. Existen muchas personas en la Bogotá que si bien nunca han entrado a estos sitios, saben sobre su existencia y tradición, pues así como edificios, parques, casas, calles o acontecimientos, estos también marcan hitos en el desarrollo de la ciudad. Agradecemos a los restaurantes mencionados, así como a la profesora Catalina Echavarría y los estudiantes de gastronomía de la Universidad de la Sabana por su interés en preservar y divulgar los saberes tradicionales de la gastronomía bogotana y colombiana en general.

Restaurente las Margaritas: Cll 62 #7-77 - http://www.lasmargaritas.bogota-dc.com/
Restaurante Magolita, las Ojonas: Cr 27a #24-12 - http://www.restaurantemagolitalasojonas.com/
Restaurante Fulanitos: Cr 3 # 8-61
Restaurante Donde canta la rana: Cr 24c # 20-10 sur

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

mayo 14, 2010

ISLAS BALLESTAS, PERÚ

Candelabro de Paracas, en la península del mismo nombre

Las aguas del Pacífico son refugio de una gran cantidad de especies de peces, aves y mamíferos que migran a lo largo del océano. Los departamentos del Chocó, Valle y Cauca en Colombia, son escenario en la temporada de agosto y septiembre, de la visita de las ballenas jorobadas que llegan a sus aguas para alumbrar a sus crías. Mientras tanto en Perú, existen refugios naturales para otras especies como las islas Palomino en el distrito de Callao, y las islas Ballestas cerca a la ciudad de Pisco.



Las islas Ballestas quedan muy cerca de la costa y son uno de los principales atractivos turísticos del sur del Perú por sus facilidades de acceso y su increible riqueza faunística. Son varias formaciones rocosas cercanas e incluso visibles desde el pueblo de Paracas, lugar de entrada a la reserva natural de Paracas y la península del mismo nombre. En esta se encuentra un inmenso geoglifo atribuido a la cultura Paracas, conocido como el candelabro, que así como las líneas de Nasca, es todavía un misterio. Su mejor ángulo de vista es desde el mar y el viaje hacia las islas es la mejor opción para admirarlo. En contraste, aunque la península es refugio de miles de aves dentro de la reserva, también es sede de industrias de procesamiento de productos pesqueros.


Para llegar a las islas se debe acceder desde las ciudades de Pisco o Ica, hacia el puerto artesanal de Paracas. Desde allí con un viaje en bote de una media hora se puede hacer un recorrido por las islas. El recurso más notable es la variedad de aves marinas: piqueros, alcatraces, pelícanos y pingüinos de Humboldt. Su excremento (Guano) es un recurso de gran importancia para la economía del Perú. Cada siete años se emprende una recolección del guano en las islas, producto procesado para fertilizantes y exportado a otros países.


Luego de las aves, otra presencia importante es la de los lobos marinos. Mamíferos marinos que ocupan la mayor parte de las playas rocosas de las islas. Se distinguen las hembras y los machos por su color y tamaño, siendo estás más pequeñas y de color más claro. Menos notable para los visitantes, pero no menos importante, este es uno de los mares con mayor riqueza del mundo pues la abundancia de plancton implica una inmensa variedad de especias de peces, moluscos y crustaceos. Esta es por cierto una de las principales razones de la variedad y exhuberancia de la gastronomía peruana, mundialmente famosa por sus platos de frutos marinos.



Desafortunadamente la zona fue azotada por un terremoto en el año 2007 y su efecto aún es notable en la población de Pisco, la ciudad más afectada. Muchas de sus edificaciones coloniales e iglesias colapsaron, acabando también con la vida de más de 500 personas, en lo que es la tragedia más reciente en un país que muchas veces ha sido azotado por movimientos sísmicos que han destruido una y otra vez muchas de sus ciudades más importantes.



Fotos: Santiago Rincón Leuro
Texto: Fundación Senderos y Memoria

mayo 10, 2010

CAMINO BOJACÁ - EL OCASO

Los caminos reales en Cundinamarca y en el resto del país, cumplían una importante función de comunicación entre regiones diferentes. Muchos de estos eran efectivas rutas que podían comunicar una región fría y una templada o cálida en poco tiempo, situación dada también por la pronunciada inclinación de muchas de las zonas montañosas por donde transitan. Este es el caso de algunos caminos que rodean la sabana de Bogotá, como la ruta Bojacá - El Ocaso.

Santuario de Nuestra Señora de la Salud. Bojacá, Cundinamarca

Bojacá es un pequeño municipio a menos de una hora hacia el occidente de Bogotá, reconocido principalmente por su santuario de Nuestra Señora de la Salud, lugar frecuentado masivamente todos los domingos por feligreses de distintos lugares. Su ubicación marca el límite de la sabana y el inicio de escarpadas cuestas en descenso hacia las calidas tierras del Tequendama, a pueblos como Tena, Cachipay y La Mesa. El fin principal de este camino, de dimensiones más modestas que caminos como el de Guane - Barichara o Honda - Bogotá, era el intercambio de mercancías y transito de personas como parte de una extensa red de caminos reales entre los diferentes poblados de la región del Tequendama.

Camino Bojacá - El Ocaso

El camino desciende por un boquerón muy cerca del casco urbano de Bojacá. Casi inmediatamente al comenzar el descenso, un empedrado uniforme y resbaloso da la bienvenida al bosque de niebla por donde transcurre con algunas interrupciones, uno de los caminos más conservados de Cundinamarca. El recorrido por el bosque hace de este sector del camino uno de los más interesantes en materia de biodiversidad, pues la espesa vegetación sirve además de refugio de aves, pequeños mamíferos, reptiles e insectos.


Mientras avanza el camino hacia El Ocaso, la temperatura sube y la ruta continúa por paisajes de haciendas ganaderas y cafeteras, custodiadas por las peñas que se dejaron atrás y desde donde escurren una buena cantidad de corrientes de agua que forman el Río Apulo. En el punto conocido como "Dos Caminos" se encuentra este camino, con el que desciende desde Zipacón, pueblo con una hermosa capilla doctrinera, única en la región. Posiblemente la antigua casa que se encuentra en este punto, haya servido como posada para los viajeros en la travesía hacia la zona de La Mesa, o hacia la sabana.


Pocos metros después de Dos Caminos continuando con el descenso, se llega a otro de los atractivos de la ruta; un antiguo puente colgante sobre el Río Apulo. El empedrado luego da paso a un camino afirmado con cemento, que permite el ingreso de vehículos a las haciendas del Ocaso, corregimiento de clima cálido, perteneciente a Zipacón, y que al igual que otros poblados cercanos como La Esperanza o San Javier, fue lugar de veraneo en el que tenían sus fincas muchas familias prestantes de la capital, durante la primera mitad del siglo XX, cuando aún pasaba el tren hacia Girardot, obra que trajo consigo el levantamiento de casonas, hoteles, clubes en los pueblos por donde transitó.

Puente colgante sobre el Río Apulo

Fotos: Santiago Rincón Leuro
Texto: Fundación Senderos y Memoria

mayo 06, 2010

CUSCO, PERÚ

Catedral de Cusco

Aunque ocupa el séptimo lugar en población en todo el Perú, la ciudad de Cusco es su principal destino turístico y la que exige una mayor cantidad de tiempo para disfrutar totalmente. Es además, por encima de cualquier otra ciudad de América, donde se puede ser testigo de la conjunción entre lo indígena y lo hispánico. La ciudad de Cusco fue un centro urbano de gran importancia histórica, política y cultural tanto para indígenas como para españoles.

Plaza Regocijo. Al fondo la iglesia de San Cristobal y en el medio la bandera de la ciudad ondeante sobre el edificio de la municipalidad

Una de las leyendas sobre la formación de la ciudad cuenta que Manco Cápac y Mama Ocllo, emergieron del Lago Titicaca buscando un lugar fértil para fundar la capital del futuro Imperio Inca. El lugar sería revelado según donde se hundiera su báculo de oro, haciéndolo en el valle del río Huatanay. Muy cerca de Cusco, a lo largo del valle sagrado del Río Urubamba se mantienen restos de fortalezas, construcciones, terrazas y ciudadelas que muestran el ingenio de los Incas en el terreno constructivo: Saqsayhuaman, Pisaq, Qenco, Ollantaytambo, Moray, Maras, Chinchero, Pucapucara, Tambomachay, Tipón, Pïkillaqta, son apenas algunos ejemplos, sin contar con el santuario histórico de Machu Picchu y el camino Inca.

Palacio Qorikancha y Convento de Santo Domingo

La ciudad fue el centro principal de los Incas incluso antes de su conformación como imperio. Fue el Inca Pachacútec quien agrupó a los diferentes grupos que vivían bajo su dominio e impulsó la carrera expansionista que llevó a que el Incanato fuera el Imperio más poderoso de Suramérica, extendiendo su territorio desde el sur de Colombia, pasando por Ecuador, Perú, Bolivia, hasta parte de Chile y Argentina. Las bases de las edificaciones del centro de la ciudad son vestigios de formidables construcciones. Con técnicas de tallado y emsamblado de piedra, los constructores Incas lograron una inusitada perfección en la confección de los muros, de forma que están compuestos por polígonos de formas irregulares y ángulos perfectos, que como un rompecabezas encajan perfectamente muchas veces sin espacio entre cada pieza.

Barrio San Blas

La conquista de los españoles coincidió con la división del Imperio entre el Incanato de Quito, y el de Cusco. Los conquistadores aprovecharon la guerra civil entre Huascar y Atahualpa, emperadores de cada ciudad respectivamente para desmontar al imperio y tomarse su territorio, y una vez que Atahualpa fue sometido, los españoles se tomaron Cusco, refundando la ciudad sobre las bases de la gran capital Inca y tomando como centro la que fue también plaza principal del Imperio y hoy se mantiene como Plaza de Armas, estableciéndose también como el centro virreinal del sur del país. Durante la colonia se desarrolló uno de los movimientos artísticos más influyentes de América: la escuela cusqueña de pintura, corriente que incorporó las bases del manierismo a la visión particular de los artistas cusqueños, e innovó en la inclusión de imágenes costumbristas en el arte religioso. Por otro lado exaltó las raices indígenas y mestizas en los rasgos de los personajes representados, como una forma de reivindicación de sus orígenes sobre la influencia europea. 

Calles del centro histórico de Cusco
 
A pesar de la fuerte presencia de los españoles que hicieron de Cusco un centro religioso-católico y político de gran relevancia, lo cual puede verse en las iglesias y conventos del centro histórico, las raices indígenas aún se mantienen muy arraigadas a pesar de todo lo traido por la conquista y la colonia. En sus calles todavía se escucha el idioma Quechua e imperan los colores de los vestidos tradicionales de mujeres y niños indígenas. No en vano la ciudad ha sido declarada Capital arqueológica de América, Capital histórica del Perú, y Patrimonio cultural de la humanidad. Su condición de centro principal de los Incas se conserva en eventos como la celebración de Inti Raymi, la fiesta del sol, cada 24 de junio, solsticio de invierno; es esta la principal celebración incaica, pues marca el inicio de un nuevo año solar.

Muros indígenas en el Palacio Arzobispal

Actualmente Cusco es el principal destino turístico de Perú, lo que sin duda ha impulsado la econonomía y la adecuación de una mejor infraestructura. Sin embargo el turismo, sumado a las condiciones de pobreza de parte de la población indígena han generado una forma de mendicidad anexa a la actividad turística, pues al ser vistos por los turistas como un atractivo más dentro del paisaje urbano, han aprovechado la condición para pedirles dinero por cada foto que les tomen, situación alentada por los visitantes y que lastimosamente se presenta también en nuestro país con grupos como los Koguis de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Iglesia de Santo Domingo, construida sobre el palacio Qorikancha

Si en las ciudades de Trujillo y Lima se puede disfrutar el ambiente de la costa, Cusco es por excelencia la ciudad de la sierra, del Quechua, la hoja sagrada de coca, los Incas, de las iglesias barrocas imponentes y de los templos y fortalezas Incas, que suman más de 20 en todo el valle sagrado del Urubamba. Es la ciudad de Perú donde posiblemente el patrimonio cultural se vive en su mayor expresión.

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago R. Leuro

mayo 03, 2010

PUENTE DE OCCIDENTE

El Río Cauca, de dimensiones más modestas que el Magdalena, forma la base del valle que separa las cordilleras occidental y central. En Antioquia, entre los municipios de Santafé de Antioquia y Olaya, se erige una de las obras de ingeniería más monumentales de su época, siendo considerado una de las principales de su especie en el mundo.


El puente colgante fue pieza fundamental en el desarrollo de la región del occidente de Antioquia, donde se encuentra la que fue por muchos años capital del departamento, Santafé, al permitir un tránsito más directo con la región de Olayá, Sopetrán y San Jerónimo, y por tanto fue clave en el desarrollo del mercado del café que para posicionarse como base de la economía de la región y del país, requería de una óptima infraestructura de vías de comunicación terrestre.

José María Villa, ingeniero mecánico oriundo de Sopetrán, pero graduado de la Universdad de New Jersey, fue una mente prodigiosa de quien la tradición popular dice, trazó los planos del puente con un carbón sobre una pared. Aunque esta puede ser considerada su obra maestra, participó también en la construcción de otros puentes dentro y fuera del país, como el Puente Navarro en Honda, Pescadero, y el puente de Brooklyn en Nueva York. La estructura del puente, con tablero y vigas de madera que luego fueron reemplazadas por vigas metálicas, está soportada por cuatro cables de acero anclados a estructuras de ladrillo, y enmarcado por cuatro torres. Su longitud total es de 291 metros y aunque su construcción original era de un carril, recientemente se construyeron dos carriles peatonales a cada lado.


El puente es un ejemplo de como una obra civil influye en el desarrollo económico de una región, más allá de ser en sí misma una obra monumental. Estas razones, por un lado históricas y por otro por su valor como obra vanguardista, han valido su declaratoria como Monumento Nacional dada en el año 1978, además de considerarse una de las principales representaciones de la idiosincracia antioqueña.

Fotos: Santiago Rincón Leuro
Texto: Fundación Senderos y Memoria

TRUJILLO, PERÚ

Cuando se piensa en Perú generalmente se evoca su sierra y las imágenes características de esta región que ocupa una gran parte del territorio peruano, y enmarca importantes ciudades como Puno, Cuzco, Ayacucho y Huaraz. En la costa, se erige también una ciudad espléndida por su centro histórico y sus edificios coloniales, sus múltiples vestigios arqueológicos y la riqueza de su patrimonio inmaterial representado en la música, la danza y la gastronomía. Es la ciudad de Trujillo, capital de departamento de La Libertad.

Plaza de armas de Trujillo

Ubicada a 558 Kms al norte de Lima sobre la franja costera, fue habitada entre otras, por la cultura Moche entre los siglos I - VII; maestros orfebres y alfareros -fueron una de las primeras culturas en lograr el dorado del cobre- construyeron las piramides de adobe hoy conocidas como Huacas del sol y de la Luna, edificios administrativos y funerarios a los pies del cerro Blanco y muy cerca del casco urbano de la ciudad. En los bajorelieves de sus paredes los Moches mostraban parte de su cosmología y sus costumbres religiosas y políticas. En varias de las paredes de la huaca de la Luna, se repite la imagen de Ai-Apaec, principal deidad de los Moches o Mochicas, así como patrones repetidos de guerreros, sacerdotes y animales.

Ai-Apaec: Huaca de la Luna

Entre los años 1100 y 1400 habitó en la región la cultura Chimor o Chimú. Fue esta la cultura preinca más destacada en los campos de la hidraúlica y la arquitectura gracias a imponentes construcciones como Chan Chan, la capital de reino. La ciudadela fue construida con los materiales del desierto, cimientos de roca y muros de adobe más anchos en su base, que parece emergieran naturalmente del suelo. En las edificaciones de la ciudadela las paredes plasman una delicada ornamentación alusiva a la costa; peces, pelícanos y otras aves marinas, y figuras geométricas que representan olas o redes de pesca. A diferencia de las edificaciones principales de los Moches, la ciudadela estaba diseñada en construcciones rectangulares con amplias plazas, recintos, pasillos y murallas con un acceso y pozos para el aprovisionamiento de agua, en medio del desierto de la costa. Los Chimú fueron sometidos por el imperio Inca, y al llegar los españoles la ciudadela casi deshabitada fue objeto de saqueos que continuaron a lo largo de siglos. Hoy en medio de trabajos de restauración de algunas de las edificaciones, Chan Chan figura como Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco. Otras increibles construcciones de los Chimú, ya dentro del área metropolitana de Trujillo y Mansiche respectivamente, son las Huacas Arco iris o del Dragón y la Huaca Esmeralda, donde la ornamentación no deja de ser tan sorprendente como en el caso de Chan Chan.

Detalle de la ornamentación de la ciudadela de Chan Chan

Ciudadela de Chan Chan

Huaca del Dragón o Arco iris

La ciudad es una de las joyas coloniales del Perú, fundada por Diego de Almagro en 1534 y refundada un año más tarde por Francisco Pizarro, lo que la constituye como una de las primeras ciudades fundadas en América. Fue la más importante del norte de Perú durante el periodo colonial y el que hoy es su centro histórico, estuvo rodeado por una muralla que delimitó su actual forma ovalada. Así mismo en el centro abundan coloridas casonas y edificios coloniales y republicanos que reflejan un ambiente costero, incluso similar a Cartagena de Indias o la Habana, lo que sumado a su calido clima le ha valido el apelativo de "la ciudad de la eterna primavera". Además de ser capital del departamento de la Libertad, ostenta también el título de capital de la Marinera, danza típica de las regiones de La Libertad y Lambayeque, derivada de la Zamacueca y que integra raices netamente peruanas, africanas e hispánicas, pero que más allá de su origen congrega una gran parte de la población de la región, al punto de ser denomidada danza nacional. Entre enero y febrero se celebra en Trujillo el concurso nacional de Marinera, uno de los principales eventos culturales y folclóricos de todo el Perú.

 Palacio Municipal

Centro histórico de Trujillo

La ciudad cumplió un papel fundamental en la independencia del Perú siendo la primera en proclamarse libre del virreinato español y donde se generaron las ideas para la insurrección independentista; fue sede del primer congreso del país y ocupó en dos ocasiones la condición de capital del Perú. Su cercanía al mar además hizo de Trujillo uno de los principales puertos de Perú, y recientemente uno de los principales destinos turísticos de la costa. Muy cerca de la ciudad se encuentra el distrito de Huanchaco, poblado que ostenta algunas de las playas más hermosas del país y es paraiso de surfistas de Perú y otros países. Este es considerado el lugar en el que desembarcó Tacaynamo, fundador de la dinastía Chimú, y aún hoy algunas de las tradiciones de los pescadores precolombinos persisten en los pobladores de Huanchaco, principalmente la construcción y uso de las balsas de totora, llamadas por los españoles "caballitos de Totora" por la forma en que su ocupante se dispone sobre la balsa, con las piernas colgando a los lados, de forma similar a la de una cabalgadura.

Caballitos de Totora, Huanchaco

Trujillo, tercera ciudad del Perú en población, es un lugar propicio para reconocer la riqueza cultural del pueblo peruano y su trascendencia histórica para Latinoamérica en general. No obstante su centro histórico ha sido propuesto como Patrimonio de la humanidad lo que junto a Lima, Cuzco y Arequipa engrosaría la lista de centros históricos del Perú declarados por la Unesco.  

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro