julio 09, 2010

PLAZA DE BOLÍVAR DE BOGOTÁ: UN ESPACIO VIVO


La plaza de Bolívar de Bogotá ha sido escenario de una buena parte de la historia de la ciudad y de la nación entera. Escenario de transformaciones políticas, sociales y urbanas, como el grito de independencia, fusilamientos de patriotas y próceres de la independencia, el incendio de las galerías Arrubla, las fiestas de toros reseñadas por Cordovez Moure en “Reminiscencias de Santafé y Bogotá”, el Bogotazo y la toma del palacio de justicia, hoy es un punto de encuentro en el que muchos bogotanos y visitantes convergen en actividades de toda índole. Centro de reunión política, de ocio y contemplación, de paso, casi nadie es indiferente a la plaza y sus edificaciones; todos miran la catedral cada vez que pasan y caminan con cuidado de no estrellarse con las palomas en vuelo. La plaza ocasionalmente deja de ser ese espacio casi solemne en el que se han gestado tantas transformaciones, para ser un espacio de la cotidianidad de la ciudad en donde pasan el tiempo personas tan distintas; fotógrafos callejeros, lustrabotas, mendigos, políticos, ejecutivos, madres de familia, estudiantes, desempleados, vendedores informales; o familias enteras que disfrutan de las cosas simples que allí se ofrecen, como tomar un salpicón, comerse un helado casero, darle de comer a las palomas o en su lugar espantarlas corriendo tras ellas.


La plaza es el marco oportuno para todo tipo de protestas y manifestaciones a favor o en contra de algo o alguien; incluso habitualmente se convierte en una galería de arte callejero. Más allá de la imagen de los edificios que la enmarcan, representantes de diferentes etapas arquitectónicas de la ciudad, la plaza es un resumen de la diversidad cultural del país, donde lo bogotano, cobija una parte de las expresiones de otras regiones, tornándose en un espacio de identificación no sólo local sino nacional.



Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Santiago Rincón Leuro

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