abril 22, 2008

CUCHILLA DEL TABLAZO, SUBACHOQUE

La sabana de Bogotá es una región rodeada de montañas que sirven como cerca natural entre esta y otras regiones muy diferentes. El Cerro del Tablazo es su límite por el costado occidental. En realidad esta cuchilla forma parte de una cadena de montañas, generalmente paramunas, que incluye, los cerros al occidente de Facatativá y el páramo de Guerrero en Zipaquirá y Cogua.

Pero el Tablazo tiene el atractivo de ser una cuchilla perfecta; desde su borde se puede ver la sabana, el valle del Magdalena y si se cuenta con suerte, los nevados del Tolima y del Ruiz. Y desde una misma altura se puede ver un límite perfecto entre la vegetación del páramo, al costado oriental, y el bosque de niebla por su cara occidental.

Precisamente esta cara sirve como barrera para las corrientas cálidas que ascienden por el valle del Magdalena, y formando olas contra la roca, favorecen el desarrollo del bosque de niebla, en escarpadas paredes de hasta 400 metros. Pero como la mayoría de páramos de Cundinamarca y del país, el Tablazo está en peligro. Es amenazado proncipalmente por la ganadería y la agricultura; su vegetación en arrasada para darle paso a los cultivos de papa y zonas de pasto para el ganado.

La topografía del cerro llevó a que se establecieran rutas de transporte entre al valle de Subachoque y la Región del Gualivá, por los boquerones que permitieran el acceso de un costado a otro. de esta forma se trazaron los caminos Subachoque - San Francisco, Subachoque - Supatá, y Pacho - La Pradera, rutas exigentes para los caminantes bien sea por su constante -y resbaloso- ascenso desde el occidente o el prolongado descenso desde el páramo. Sin embargo estas rutas tienen el atractivo de conservar tramos de camino real y aferrarse a bosques espesos y húmedos que se mantienen a pesar del asedio de la colonización.


Fotos: Santiago Rincón Leuro
Texto: Fundación Senderos y Memoria

abril 21, 2008

CAMINO REAL CHOACHÍ - EL VERJÓN

A menos de 2 horas del centro de Bogotá, se encuentra el valle del Río Blanco. Un extenso valle coronado por páramos por sus dos flancos. En este valle se encuentra Choachí, municipio famoso por los termales de Santa Mónica y las arepas de sagú y maiz pelado.

Camino real Choachí - El Verjón

Por esta población pasaba un camino de comunicación entre Bogotá y la sabana, y los llanos orientales, que descendía desde los páramos de los cerros orientales hasta Choachí, entraba al páramo de Chingaza, y por esta zona llegaba hasta San Juanito, Meta. Parte de este camino ha sido reemplazado por carreteros, pero en las zonas donde aún se conservan reductos de bosque de niebla y páramo, se encuentran también partes del camino conservadas.


Desde Choachí, se puede iniciar un ascenso de aproximadamente 7 horas hasta el páramo del Verjón, y aún si se dispone de tiempo, hasta el cerro de Guadalupe o el barrio San Cristobal sur. A lo largo del ascenso se pueden encontrar vestigios del camino, pero a partir de la finca Bella Suiza, el camino se encuentra integro hasta el páramo. Además del camino real, son muchos los atractivos de la ruta: las peñas a lado y lado del camino, los puentes de lajas de piedra sobre las quebradas, el bosque de niebla, el páramo en la zona alta, y sobre todo, la cascada de Peña Azul.


Cascada Peña Azul o de los Tunjos

Los caminos reales fueron en la época de la colonia las arterias de comunicación entre regiones tan diferentes como Choachí y la sabana de Bogotá, sin embargo muchos de los trazados de estos caminos datan de antes de la llegada de los españoles. Ahora, es importante conservar los caminos, en tanto son un vestigio del trabajo de los indígenas (claro está, muchas veces bajo sometimiento de los españoles), y fueron las vías de circulación y de intercambio de alimentos, materias primas, y cualquier tipo de objetos, durante mucho tiempo. Aún más, un camino como este es un medio importante para conocer ecosistemas propios del país como el bosque andino y el páramo, practicamente en la espalda de la ciudad, sea ignorado por gran parte de los bogotanos.


Ya en el páramo, sobre los 3.400 metros, el camino lleva hasta la Laguna del Verjón, lugar de nacimiento del río Teusacá. A pesar de la importancia de estos lugares, parece que queda mucho por hacer; el páramo del verjón es nacimiento de muchas quebradas y fuentes de agua que irrigan no sólo hacia el río Bogotá, sino también hacia los llanos orientales y la orinoquía; lo más acertado sería que entidades públicas como la CAR, adquirieran estos terrenos, -aunque Corpoorinoquía maneja una parte, otra zona es propiedad privada- para efectuar programas de protección reales, no simplemente cercamientos y señalización. Del agua de esta región dependen muchas personas tanto en los cascos urbanos de Choachí y Ubaque, sino también de la zona rural; por esto en principio, el páramo del verjón, sus fuentes de agua, caminos reales, bosques y peñas, deberían ser considerados patrimonio o santuarios de fauna o flora.


Fotos: Santiago Rincón Leuro
Texto: Fundación Senderos y Memoria

abril 19, 2008

RITAKUWA NEGRO - SIERRA NEVADA DEL COCUY Y GÜICÁN

Pico Ritakuwa Negro - Foto: Santiago Rincón Leuro

La semana santa del presente año, Diego Cortés, Diego Parra y Santiago Rincón ascendieron el pico Ritakuwa Negro, segundo en altitud de la sierra (5.300). La expedición comenzó con la llegada al Municipio de El Cocuy, situado al norte de Boyacá luego de un viaje de 13 horas. Al día siguiente el grupo ascendió hasta el campamento ubicado en Playitas, cerca al glaciar de los Ritakuwas, pasando por las cabañas Kanwara y siguiendo el curso del río Playitas.

Cara occidental del Ritakuwa Negro - Foto: Santiago Rincón Leuro

El miércoles 19 de abril, se trazó la ruta hacia la pared occidental del Ritakuwa Negro, atravesando un glaciar agrietado, con restos de desprendimientos de nieve y hielo en la base de la pared; sin embargo el intento por esta ruta se hizo el día siguiente, comenzando con una pala de nieve de entre 60° y 70° de inclinación, y unos 120 metros, hasta llegar al punto de mayor compromiso: una pared de hielo de 6 metros, ligeramente extraplomada. Luego de un intento de avance por parte de Diego Cortés, se decidió abortar el ascenso ante la falta de equipamiento para la corta pared, luego de la cual se inicia el ascenso de las rampas hacia la cumbre.

Cara occidental del Ritakuwa Negro - Foto: Santiago Rincón Leuro

El viernes 21, se toma la ruta de la arista: un filo de nieve que une los Ritakuwas blanco y negro, con cornisas por la cara occidental, y una caída de aproximadamente 500 metros por la cara oriental. En la arista se cruzan algunos pasos de dificultad, se remonta el hombro para luego desescalar unos 15 metros por la arista y quedar finalmente en la base de las rampas de la cumbre, lugar por el que se debería salir en la primera ruta intentada.

Diego Parra en la arista. Foto: Santiago Rincón Leuro

Finalmente luego de unos tramos verticales, con hielo y nieve descompuesta y el paso de una grieta, el grupo llega a la cumbre a las 3:15 PM: un hongo de hielo que aparentemente podría desprenderse en cualquier momento. Para el descenso se tomó la cara occidental, por unas paredes más al norte de la ruta del primer intento. El descenso implicó montar rapeles en paredes de nieve y de roca (aproximadamente 9 largos de descenso) hasta llegar a la ruta de aproximación trazada anteriormente a las 9:00 PM.

Diego Cortés en el tramo final hacia la cumbre - Foto: Diego Parra

En este ascenso se pudieron notar sin embargo, algunos puntos negativos: primero, la acelerada pérdida del glaciar (el borde del glaciar subió unos 10 metros desde enero hasta abril del mismo año) y la falta de regulación en el ingreso de turistas al parque; según información de un arriero, el día del ascenso a la cumbre subieron hasta el sector de playitas cerca de 100 mulas (esto implica cerca de 100 personas, SIN contar con los que suben caminando); así mismo era el impacto de estos ascensos sobre el glaciar: huellas, muñecos de nieve, letreros románticos, etc... y además mucha basura a lo largo del camino.


Cara occidental del Ritakuwa Negro - Foto: Santiago Rincón Leuro

La Sierra Nevada del Cocuy y Güicán, es patrimonio natural de Boyacá y de Colombia; es derecho de todos conocer la sierra, pero la masificación del turismo en la sierra implica que se emprendan acciones para reducir al máximo el impacto sobre estas áreas naturales, por ejemplo que se limite el número de visitantes por día o se restrinja el ingreso hacia ciertas zonas del glaciar; que se adecuen los "parqueaderos" para mulas y caballos, pues estos a menudo son ubicados en el río Playitas, lo que acarrea su temprana contaminación con desechos orgánicos. Tanto los visitantes como las entidades públicas y privadas relacionadas con la Sierra, proteger un lugar de tal importancia natural y cultural, que ha sido orgullo de muchos, sueño de otros, y cuna del montañismo en Colombia.

Cordada: Santiago Rincón Leuro, Diego Parra, Diego Cortés

Texto: Fundación Senderos y Memoria
Fotos: Diego Parra, Santiago Rincón Leuro